lunes, 1 de julio de 2013

Anuncio de Primavera



Anuncio de Primavera
Francisco Javier Larraín
30 de Agosto de 2011

            Un manto verde recibe mi andar en la carretera tras las últimas lluvias. La Tierra evidencia que con poca ayuda es capaz de reponerse de toda sed y alimenta la seguridad de siempre hacer su parte en entregarme posibilidades cuando todos se detienen en contemplar miedos
            Cuando avanzo a la ciudad me acompaña el recuerdo constante de mi familia, todo mi actuar (y escribir) tiene que ver con mi responsabilidad de darles un mundo efectivamente mejor; que el cómodo silencio, esterilizador de creación, no me toque si se trata de hacer aquello a lo que estoy, por convicción o destino, empujado a hacer.
            Cuando me falta menos para llegar a la ciudad que me da trabajo admiro la simpleza en la hermosura que regala la naturaleza con un paisaje que se ve rudo pero esperanzador. Y entonces veo que también existe hermosura en la vida humana, en sus coyunturas no veo desorden, veo la deriva profunda de la misma esencia del ser humano; no temo el que la existencia sea de tenor activo o “como debe ser” en grillas de una deontología muchas veces forzosamente irreal. Comprendo y amo la belleza de la vida misma mientras me aproximo a la ciudad, con el bullir de la jornada de trabajo, y pienso: mi lugar de trabajo está vivo.
            Comprender y amar la belleza de la vida misma me hace sentir libertad. Todos buscamos la belleza, como la felicidad, la realización y el amor, como muchas cosas más. Cuando la belleza que llega a mis ojos y entiendo es superior a cualquier definición encorsetada en una época donde se entienda válida, la decadencia consiste en seguir creyendo en modelos irreales de belleza que ya no son ciertos. He resonado en el mundo que me rodea una idea de lo bello que trascenderá.
            No caeré en el reconocimiento de falsos sabios que entregan conceptos como la justicia, la que en resumen la entienden como “que cada uno ocupe el lugar que le toca al nacer”, Platón tiene buena prensa pero sigue siendo un aristócrata que quiere el gobierno de la aristocracia. Muchos que lucran y/o han mantenido sus privilegios por un sistema educacional segregador están  tratando de convencernos que es lícito que alguien con más recursos pueda asegurarse algo mejor, con harta prensa y con académicos que les cobran un sueldo buscando cuidar el trabajo.
Mi juicio va más allá de aquello, yo sé que un país que aspira al desarrollo y desea que sea sostenido no promueve más desigualdad: finalmente es el país completo el que pierde no desarrollando del mejor modo posible los talentos de sus ciudadanos. Aristóteles me resulta mejor en esta lid, él entendía que el mundo era justo cuando se le permitía ser mundo. Penoso es que los presuntos defensores de la libertad económica y de elegir miren al techo cuando ven que muchos no pueden realmente elegir y que la libertad se ve cercenada con mala formación.
            Pienso en esto cuando a la distancia distingo las torres de Avenida Alameda, sé que cerca de ellas está mi trabajo esperándome y a un diario amigo que me publica, aunque a veces sea incómodo. Amar la vida implica hacerse cargo de todas las ideas que a uno guían. La primavera, que llega pronto, es un gran momento de rebrotarse en ellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario