lunes, 1 de julio de 2013

Desactivando el mito francés



Desactivando el mito francés
Francisco Javier Larraín S.
23 de Mayo de 2011

            Me encuentro en París, por estudios, y más allá de la visita a lugares históricos y turísticos (en los que me he sacado cientos de fotografías) mis preocupaciones han concurrido a efecto de comprender un poco más del mecanismo francés para la canalización de las demandas ciudadanas. Un tema no menor para Planificación Social, Sociología y Ciencias Políticas.
            Es el país de los derechos del hombre y del ciudadano patria, de pensadores que nos legaron una rica y exquisita tradición sobre la ciudadanía y la persona humana como conceptos de Teoría Política y de Ciencias Sociales; ni hablar del impacto de Mayo del ’68 en el ideario occidental para las juventudes movilizadas y organizadas, o las protestas permanentes por multitud de causas donde se afecta el interés colectivo…
            Una de las cosas que me ha sorprendido es la centralización hacia el ejecutivo de una manera que no conocemos, donde se puede disolver el parlamento (Asamblea) e intervenir en los municipios si tienen balance negativo. Entre el Presidente (Jefe de Estado) y el Primer Ministro (Jefe de Gobierno) se organiza el mandato; la elección del primero es por sufragio universal y el segundo más cercano al proceso de EEUU, donde basada en la mayoría parlamentaria se nomina al segundo.
            Lo segundo que me llama la atención: los senadores no son electos por voto popular. Los designan grandes electores, léase alcaldes, consejeros de la alcaldía, de los municipios, adjuntos a la alcaldía, y con menor proporción de votos los diputados y consejeros regionales, entre otros.
            Tercer punto paradójico, el presidente si llama a plebiscito (referéndum) no tiene el carácter de vinculante, por lo que puede desconocer el resultado de éste. Esa es la razón de por qué, en contra de su pueblo y de su decisión, ocurrió la asociación de Francia a la Unión Europea. La Unión Europea tiene directrices elaboradas por personal no electo que toma decisiones para personas de variados países, es decir, sus decisiones no son sujetas a cuestionamiento popular configurándose una tiranía.
            Si bien lo que se cuida es la organización territorial a través de mantener una permanente y efectiva preocupación por la calidad de vida a nivel local, lo cierto es que a nivel macrosocial Francia sí es una República: busca la promoción de todos sus ciudadanos pero buscando la manera de establecer una estructura de poder que permita dar estabilidad institucional.
            En Chile, si bien la institucionalidad democrática es feble tampoco podemos decir que exista, al menos, una República sólida, puesto que no existe el imperio de una ley que cautele la protección de los derechos fundamentales y las libertades civiles, buscando mayor igualdad entre sus ciudadanos para impedir abusos, por mucho acto comunicacional al respecto. En Chile la discusión está más de 200 años atrasada: si alguien llama a manifestarse debe pagar por los delitos ajenos cometidos por personas que no necesariamente suscriben lo manifestado.
            ¿Lección? Estoy visitando un lugar donde el Estado sí se hace cargo de manera activa y dinámica de sus ciudadanos, donde no se entiende la idea de Gasto Social, porque se sabe Inversión Social: un país desarrollado crece sostenidamente porque da oportunidad a sus ciudadanos de aportar sin cercenárselas por ser menos afortunados. Ojalá eso se aprendiera más fácil en mi país, donde se busca mayor beneficio pero poco crecimiento efectivo y sostenible.

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