De
la esclavitud y la República
Francisco Javier Larraín S.
8 de Febrero de 2013
Se repite ingenuamente
porque los textos lo reseñan, pero Chile no es una República. La República se
define en el orden jurídico que obliga al gobierno que controla el Estado, a proteger a sus
habitantes en materias que hoy definen en la ONU (Salud, Educación, Previsión,
Género, Infancia, etc.). Este Estado cautela de no verse permeado en sus
decisiones por intereses de particulares, y en mayor resguardo, de grupos de
presión o grandes empresas (Se define como corrupción el ceder al interés
particular). No hay miembros eternizados en el poder ajustando las maquinarias
internas de partido para ser electos en un sistema electoral binominal que, más
que brindar equilibrio, contribuye a la decadencia de la patria. La versión de
democracia machista y censitaria de los griegos se definía en la rotación de
los cargos públicos para evitar la corrupción. El hacer crecer figuras que
dependen del voto en un sistema trampeado sólo contribuye a distanciar a las
personas de su sentido de pertenencia a lo socialmente construido.
Los
esclavos de la Antigüedad tenían más garantías que la mayoría de los chilenos
del 2013. Quien vivía del trabajo de esclavos tenía responsabilidad de
otorgarles alimento, abrigo y cautelar que el maltrato no terminara siendo
lesivo a su vida (el tema del racismo hacía las cosas más duras para los
sometidos), el mejor tenedor de esclavos era aquel que les procuraba un mejor
pasar, no quien más latigaba. Los esclavos podían ser tanto personas sin más
mérito que su fuerza o destreza física, como también sabios instruidos en las
mejores academias en sus lugares de origen.
República
es la defensa de cada ciudadano para no ser subsumido en la manipulable mayoría
o en la codicia de quienes ofician mintiendo sobre las bondades de precarizar
la situación de la población material, cultural o socialmente. Hoy la jornada
laboral en promedio mantiene lejos de casa 11 horas al día, se debe pagar casa
y alimento (y la formación de los retoños en un sistema que los mantendrá
esclavizables por deuda al estudiar, sin la certeza de trabajar en lo estudiado).
Su dinero recibe el feroz expolio de las AFP e Isapres, concentrando buena
parte del PIB. Se les entregan bebidas azucaradas y/o carbonatadas con “alimentos”
que empeoran su condición física día a día, ni el agua potable es para fiarse
(sírvase un vaso y vea a través de él las impurezas).
Hoy
5 personas controlan más del 20% del PIB y 19 casi el 40% de la riqueza
nacional. Ese nivel de concentración de la riqueza es intolerable en una
República. Ciudadanos votan hoy por quienes pertenecen (o dependen) a los
grupos de quienes les explotan transversalmente en el espectro político. Los
mismos que en las revueltas/manifestaciones de esclavos se valdrán de
secuestros, torturas y abusos sexuales para mantener el orden que sufre la
mayoría.
Es
hora de plantearse salir de la Edad Media sociopolítica en la que nos
encontramos, esa donde el sistema se amaña para mantener la diferencia de
castas. Es inviable una República o sociedad moderna en la que el trabajo de la
mayoría sólo puede encajar en la idea de la esclavitud. El abandono del Estado en
subsidios sirve en períodos de emergencia, no para crear una gran sociedad.
Necesitamos líderes comprometidos con hacer de este un país moderno, siempre y
cuando haya menos gente dispuesta a ser esclava, claro.
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