Sembradores de populismos
Francisco Javier Larraín S
10 de Junio de 2013
Normalmente
se atribuye al populismo un sentido peyorativo como la cuestión de gobernar con
medidas populares que resienten la institucionalidad de una nación y que
limitan el ánimo de mejora e impulso de los sectores menos favorecidos para el
desarrollo, lo que resentiría a la sociedad completa, dicen los neopatricios, o
aspirantes a ello. Parto diciendo que voy a hablar de esa perspectiva
peyorativa (aunque no es la mía, en ciencias sociales el populismo no es en sí
un problema).
Hace
unas semanas atrás me sorprendió que se hiciera un foro sobre los riesgos del
populismo en Iberoamérica precisamente organizado y participado por aquellos
que siembran las condiciones para el populismo. Es un absurdo, pero
considerando que amplia parte de los postulados en lo económico y social de
estos personeros no pasan de ser pseudociencia era de esperar.
El
caso es que uno se pregunta ¿Quién es el responsable del populismo? Es raro que
la gente apunte a Chávez o a Cristina Fernández cuando son quienes lo emplean
en contextos en los que se hizo viable, facilitando la agenda de éstos.
¿Acaso
las condiciones de quiebre institucional, corrupción ramificada, abandono de la
mayoría de la población de Venezuela las produjo Hugo Chávez desde antes de
nacer incluso? Sólo capitalizó una opción cuando la vio. ¿Fue Eduardo Frei
Montalva y Salvador Allende quienes generaron el desorden institucional y
malestar de los más desposeídos que votaron por ellos? En realidad no, sólo
supieron trabajar frente a lo que había y perduraba, a pesar de los esfuerzos importantes
del primero.
Ni
Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet y Piñera han sido populistas: los cinco creen que
con ajustes menores a la institucionalidad vigente se solucionan problemas, a
través de componendas que potencian las semillas de populismo, claro.
La
génesis del populismo está en la falta de real autodeterminación de los pueblos
(hoy limitada a relaciones de mercado), la segregación creciente de una clase
contra otra, y el empeoramiento percibido de las condiciones en las que los
derechos sociales (inclusive ratificados internacionalmente) se dejan de
entregar.
Quienes
se benefician del populismo no son quienes generan las condiciones para que
ello ocurra. Son precisamente quienes se presentan como adalides de la lucha
contra el mismo. Sea en la presencia de líderes de derechas, líderes de
pseudoizquierdas acomodaticias que narcotizan la conciencia de la población que
desea cambios, o quienes profitan del sistema más allá de cualquier bandera
pero que cautela que el sistema se siga acomodando a ellos.
Un
edificio que de tanto centrarse en un punto innatural termina por perder el
equilibrio, y se fractura. El mantener ese esquema sólo hará más trágica la
catástrofe. Quienes hoy aparecen defendiendo todo tipo de tropelías en contra
de la población harán que cualquier caudillo que hable a nombre de ese pueblo
tenga mayor facultad. Seguir planteando que las cosas en educación, vivienda,
transportes, relaciones de consumo están bien, o sólo necesitan pequeños
ajustes es precisamente sembrar el camino a los populismos. En países
escandinavos se han hecho asambleas constituyentes sin clamores de crisis, acá
siembran terror, porque temen la participación. Hacen tan fácil que surja un
Chávez al que dicen temer, quizás haya que agradecérselos.
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