martes, 2 de julio de 2013

Sembradores de populismos



Sembradores de populismos
Francisco Javier Larraín S
 10 de Junio de 2013

Normalmente se atribuye al populismo un sentido peyorativo como la cuestión de gobernar con medidas populares que resienten la institucionalidad de una nación y que limitan el ánimo de mejora e impulso de los sectores menos favorecidos para el desarrollo, lo que resentiría a la sociedad completa, dicen los neopatricios, o aspirantes a ello. Parto diciendo que voy a hablar de esa perspectiva peyorativa (aunque no es la mía, en ciencias sociales el populismo no es en sí un problema).
Hace unas semanas atrás me sorprendió que se hiciera un foro sobre los riesgos del populismo en Iberoamérica precisamente organizado y participado por aquellos que siembran las condiciones para el populismo. Es un absurdo, pero considerando que amplia parte de los postulados en lo económico y social de estos personeros no pasan de ser pseudociencia era de esperar.
El caso es que uno se pregunta ¿Quién es el responsable del populismo? Es raro que la gente apunte a Chávez o a Cristina Fernández cuando son quienes lo emplean en contextos en los que se hizo viable, facilitando la agenda de éstos.
¿Acaso las condiciones de quiebre institucional, corrupción ramificada, abandono de la mayoría de la población de Venezuela las produjo Hugo Chávez desde antes de nacer incluso? Sólo capitalizó una opción cuando la vio. ¿Fue Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende quienes generaron el desorden institucional y malestar de los más desposeídos que votaron por ellos? En realidad no, sólo supieron trabajar frente a lo que había y perduraba, a pesar de los esfuerzos importantes del primero.
Ni Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet y Piñera han sido populistas: los cinco creen que con ajustes menores a la institucionalidad vigente se solucionan problemas, a través de componendas que potencian las semillas de populismo, claro.
La génesis del populismo está en la falta de real autodeterminación de los pueblos (hoy limitada a relaciones de mercado), la segregación creciente de una clase contra otra, y el empeoramiento percibido de las condiciones en las que los derechos sociales (inclusive ratificados internacionalmente) se dejan de entregar.
Quienes se benefician del populismo no son quienes generan las condiciones para que ello ocurra. Son precisamente quienes se presentan como adalides de la lucha contra el mismo. Sea en la presencia de líderes de derechas, líderes de pseudoizquierdas acomodaticias que narcotizan la conciencia de la población que desea cambios, o quienes profitan del sistema más allá de cualquier bandera pero que cautela que el sistema se siga acomodando a ellos.
Un edificio que de tanto centrarse en un punto innatural termina por perder el equilibrio, y se fractura. El mantener ese esquema sólo hará más trágica la catástrofe. Quienes hoy aparecen defendiendo todo tipo de tropelías en contra de la población harán que cualquier caudillo que hable a nombre de ese pueblo tenga mayor facultad. Seguir planteando que las cosas en educación, vivienda, transportes, relaciones de consumo están bien, o sólo necesitan pequeños ajustes es precisamente sembrar el camino a los populismos. En países escandinavos se han hecho asambleas constituyentes sin clamores de crisis, acá siembran terror, porque temen la participación. Hacen tan fácil que surja un Chávez al que dicen temer, quizás haya que agradecérselos.

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