Impostura, o de cómo desacralizar las instituciones
Francisco Javier Larraín S.
21 de Mayo de 2013
Como me enseñó
a hacer mi padre, oí la cuenta pública del Presidente, a apesar de la
distancia. La oí por completo, remembrando lo que me decía cuando Pinochet, en
su envanecimiento, ejecutaba la cuenta pública cada 11 de Septiembre: “debes
ser capaz de oír, prestar atención y analizar, caso contrario te ganaron.”
No me voy a
detener mucho en lo dicho, es poco serio analizar lo que se dice cuando mucho
se miente (medias verdades son mentiras al completo, finalmente), tanto que
llega a confundir los porcentajes de presentación de manera desprolija
enredándose en las mentiras. Brutal cuando dijo que cometió errores, pero
poniendo el mejor esfuerzo (Se esforzó en errar…), la boca siempre lo
traiciona. Presentar Elige Vivir Sano como un programa de gobierno (es falso,
de hecho es una fundación donde privados donan como a ninguna otra, descontando
impuestos. Por meses se negaron a dar la información de su financiamiento) y un
Postnatal de 6 meses (Contraloría dice que no se debe afirmar, puesto que son 3
en realidad) fue completa desvergüenza.
¿Qué fue lo
que vi yo? Una operación de psicología social de manipulación de masas. En la
caja idiota lo que se oía eran vítores a todo, incluso frente a la Ley de Pesca,
transmitiendo la sensación que el Parlamento había perdido toda racionalidad
estableciendo adicción al régimen. Para qué hablar del empleo de los mineros
como pieza sensiblera, o de la apelación a la señora en varias ocasiones. Se generó una situación que manejó con el recurso
emotivo, aludiendo a representaciones mentales de legitimidad, miedo y éxitos
la cuenta pública que tuvo en la salida el actual presidente de Chile. Pero, el
discurso fue el intento de legitimar un modelo en contra de la mayoría de la
población, que le beneficia a él y sus amigos. Incluso, a pesar de apoyar el
actuar de carabineros sin identificar en secuestrar, torturar y abusar
sexualmente a menores exige rostro descubierto a manifestantes cuando son
gaseados: fue la manipulación grosera de la idea de seguridad que se pide.
Se dio gustos: llamó libertad al ánimo de
lucro que hasta el Papa (cabeza de una autoridad con mucho tejado de vidrio en
el tema) ha condenado la semana pasada. En su discurso siempre estuvo presente,
de manera explícita o implícita, la visión de primacía de lo individual
respecto de lo público… hace mucho he publicado que en filosofía política (el
área que explica el actuar del presidente) eso tiene una nomenclatura jamás
amable dentro de los clásicos. Cosa que aprovechó el diputado Hugo Gutiérrez:
por primera vez, se le califica con un apelativo al presidente que, pudiendo
ser emocionalmente fuerte, es analíticamente correcto.
Es un momento
crudo para la institución de la Presidencia de la República: cuando un diputado
o el embajador (de su misma alianza) Darío Paya se permite hacer calificaciones
duras del presidente algo anda muy mal. Creo, sin embargo, que el acento no
debe estar sobre quienes califican, puesto que el primer llamado a respetar la
institución de la Presidencia es el propio Presidente, cosa que sólo ha operado
en una estética kitsch.
Necesitamos,
como pueblo, tener amor propio para merecer un presidente que vele por los
intereses de la patria y no pierda el tiempo disimulando su beneficio o el de
sus financistas. Un presidente que sepa y recuerde que ha sido mandado
(mandatario) por el pueblo.
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