lunes, 1 de julio de 2013

Infanto-Impostura



Infanto-Impostura
Francisco Javier Larraín
31 de Mayo de 2012

            Quiero retomar mis usuales reflexiones centrándome en el tema de la postura que se supone tenemos como sociedad, y desde el Estado, respecto de los Derechos del Niño, de los que soy un profundo convencido; aunque las buenas ideas siempre terminan con algunas situaciones un tanto extrañas.
            Recuerdo alguna vez haber escuchado a mi padre (a quien tengo por una persona sabia) decir que en nuestro país no se quiere en verdad a los niños.
            Hace días alguien que conozco bien, viéndose abrumada por el calamitoso comportamiento de su hijo, propinóle un par de correazos a las 7 de la mañana. Una vecina, que quizá entendió actuaba de buena voluntad, la denunció a Carabineros, quienes llegaron después de las 23 horas al domicilio, con parafernalia de balizas y radio fuerte para que todos se enterasen. Lo revisaron y llevaron a constatar lesiones (leves, por cierto), siendo derivada a instancias judiciales la situación.
            A la madre de este niño, estudiante desempleada, se le impuso asistir a talleres de habilidades parentales, cosa razonable. Lo inesperado es que se le impuso pagar la mitad de la evaluación del padre del niño para ver si después de abandonarlo por más de 11 años sin pagar pensión alimenticia desde entonces podría retomar las relaciones con el menor. Su marido es quien debería pagar por esto, entonces.
            Cuando conocí este caso pensé en que el exceso de celo en la cautela de los Derechos del Niño habla exactamente de aquello que mi padre me refiere: se generan institucionalidades desafectas de los derechos que se cautelan, y hasta se dejan las leyes sin efecto si hay algún negocio que se vea perjudicado. Aún recuerdo las risas que sacaba Paul Vásquez (alias Flaco Dinamita) mofándose de no pagar la pensión alimenticia de una hija que no quiso conocer, “obras benéficas” de carácter nacional que usan a niños para dar pena y lograr limosnas maximizando beneficios de grandes empresas posando de solidaridad, a pesar de los convenios internacionales en contra...
            Desde la acción del Estado tampoco hay cosas mejor que mostrar: acreditadas torturas, secuestros, abusos sexuales y amedrentamientos que empleó la policía uniformada el 2011 contra niños que protestaban para no quedar eternamente endeudados fueron expuestos por relatores en Cortes internacionales. Con la idea de resguardar el orden público sin poder diferenciar se justificaron estas atrocidades.
            No hay cariño por los niños en un país donde se forman docentes que no conocen sus materias ni saben cómo pasarlas, tal cual muestra la prueba Inicia (un 4% sabe ortografía). A todas luces la falta de escrúpulos condena a millones de niños a recibir pésima formación y a no entender masivamente el valor profundo y liberador del estudio, creyendo que estudiar siempre debe resultarles entretenido y sin esfuerzo alguno.
            Me resulta entonces abismante que a una persona que en el dolor de la traición que a veces niños de 12 años pueden dar se le castigue tanto. No he visto fiscales ni jueces perseguir nada de lo previamente reseñado, siendo que la perpetración y promoción masiva de esos crímenes son autoevidentes. Castigar a una persona por la delación no protege masivamente a los niños, más bien elude el problema, máxime si el Estado se ha obligado a entregarle a esa mujer todo el apoyo, pero ahora sólo debe pagar talleres y mediación (emprendimiento, que le llaman).

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