Hugo
Chávez Frías, semblanza y reflexión.
Francisco Javier Larraín S.
5 de Marzo de 2013
Ha partido el presidente de
Venezuela de esta vida, amado y odiado. Caricaturizado y divinizado por los
medios, con Irán, Corea del Norte, Bolivia y Ecuador a favor (Eje del mal) y con
USA e Israel en su contra (el otro eje del mal).
En Chile se controla la percepción
del público a través de los medios mayoritarios que replican comunicados del
Departamento de Estado americano (mismo caso que Cristina Fernández), mienten
sobre lo que dijo (he oído en inglés a la BBC traducir mal exprofeso lo que
Chávez decía en castellano). Caía mal también porque, como buen caribeño de
extracción popular, tenía esa entonación que nos resulta majadera y hasta
insolente en un país templado (y apagado).
Personalmente, no me gustan los
militares en el poder con pasado golpista. Pero en el caso de Chávez veo a
alguien que deja la carrera de las armas y electo, otorga de independencia
efectiva a su país. Sabemos lo que significa cuando un país es independiente:
se le tilda de comunista (mote clásico que sirve de cazabobos de la histeria) o
de terrorista (pero eEl presidente de Colombia reconoce su papel en la tregua
con las FARC), Chávez “gozó” de ambos motes. Aprendí de pequeño que cuando se
moteja así a alguien es porque algo de razón lleva. Mal que mal, Irak y Libia
estaban mejor con los malvados tiranos que pintaban acá.
Eduardo Galeano afirmaba que quienes
en realidad llevan al demonio en sí satanizaban a Chávez: para ellos fue un
pecado hacer leer a dos millones de niños cuando asume, y también el dotar de
médicos a los barrios periféricos que nunca habían visto uno antes que él
asumiera.
Lo acusan de cerrar arbitrariamente una
estación de televisión cuando en realidad no renovó la concesión a un canal que
instaba a la sublevación armada durante todo el día. Sin embargo en Chile
justifican la represión, torturas y abuso sexual que se hace con niños y niñas por parte de carabineros cuando
reclaman por un derecho humano mientras convenientes desmanes escasamente
reprimidos se esgrimían en tribunales internacionales asumiendo las
acusaciones. Hoy tropas norteamericanas en el Fuerte Aguayo enseñan la
represión ilegal a civiles que vimos en Freirira y Aysén, en Venezuela se busca
el bien de la mayor parte de la población. Se le cuestiona miserablemente el
estatus democrático pero nuestro sistema electoral dista de ser el “mejor
sistema democrático” como Jimmy Carter se ha referido del venezolano.
La solidaridad no sólo era con los
propios de izquierda: a cambio de los médicos pagaba con petróleo a Cuba, pero
también daba calor a los barrios pobres de Estados Unidos en invierno, gratis.
Sólo un tarado pone límites de nacionalidad a la pobreza, Carlos Larraín dice
que no recuerda a alguien más naturalmente inteligente que Chávez.
Acá cerramos la puerta a un presidente
“indio” y votamos por algún millonario que juramos nos cautelará, o al menos,
que tenga apellido europeo central no castellano. Sí, en Chile no tendríamos un
Chávez, somos demasiado arribistas para aquello, lo que no nos hace más serios
que Chávez, precisamente.
A los "demócratas" de derecha
en Chile (Concertación y Alianza) les duele que el petróleo venezolano siga
siendo venezolano, y que nuestras vergüenzas de tener privatizada hasta el agua
se desnude como la traición a la patria que es.
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