Se
vende diccionario de frases eufemísticas
Francisco Javier Larraín
3 de Agosto de 2010
Me enteré hace un par de meses que ahora se
vetaba cual anatema usar la palabra “discapacitado”, además, el Servicio
Nacional de la Discapacidad, lanzó un documento titulado “Recomendaciones para
el uso correcto del lenguaje” indicándole a la prensa abstenerse de usar
aquella palabra porque no potenciaba el hecho de que tras ese discapacitado
pudiese visualizarse una persona. Nótese la soberbia que el “lenguaje correcto”
se puede emitir por comunicados desde oficinas del Estado a la Prensa.
Una
revisión al diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, en su 23ª Edición dice que un discapacitado es una
persona “que tiene
impedida o entorpecida alguna de las actividades cotidianas consideradas
normales, por alteración de sus funciones intelectuales o físicas.”. El diccionario dice que es una castellanización sobre el inglés
“disabled”, que viene a significar lo mismo. Para las Ciencias Sociales, particularmente
Talcott Parsons, disabled es considerado el concepto correcto, y por castellanización
“discapacitado” para las Ciencias Sociales en castellano.
Hay
quien dice que “dis” de discapacidad significa “no” o “sin”, pero nada de eso
hay en etimología desde el latín, desde donde surge la voz, sólo se sabe que
este prefijo significa, en su raíz latina apartado, en parte, o sin vida. Por
lo que más que conocimiento de la palabra en realidad quien alegase sentirse
ofendido está evidenciando un problema personal con el castellano.
En Sociología de la Discapacidad
al menos este debate no tendrá futuro, porque los aparatos comunicacionales no
tienen espacio en el saber científico que se puede considerar serio. Espero,
por el bien de los discapacitados que no les generen un marco eufemístico
asentado en el tiempo, porque negar la realidad no ha servido nunca para
hacerse cargo de ella, y en este caso sólo veo “coaching”, nada realmente
serio.
La
bondad que se pretende, según el Servicio Nacional de la Discapacidad al
presentar este documento a la Asociación Nacional de la Prensa, es que se logre
la percepción de una persona con potencial de capacidades amplios e
incuestionables. A los encargados les parece que su misión castellanizadora es
para acompañar un proceso “con un lenguaje que contribuya a un verdadero
cambio”. Se supone que con dejar de decirle “discapacitado” a un discapacitado
“se eliminan las barreras que entorpecen el desarrollo de las personas con
discapacidad”.
Precisamente me parece que se
llega a conseguir el efecto contrario, si marco de una manera eufemística al
alterar el idioma castellano algo que es autoevidente levanto una muralla, no
promueve a los discapacitados, sólo les levanto una jaula que ni siquiera sirve
como un marco conceptual. Tan simple como que una persona con discapacidad es
un discapacitado, sólo que para personas que apenas conocen el castellano puede
sonar peyorativo.
¿Qué mejor manera de poner en el tapete a los
discapacitados usando la palabra “discapacitados”? Alguien me dirá que no soy
nadie dentro del mundo que hace algo por la discapacidad en Chile, no corresponde
discutirlo en público. Pero supongo que en la Fundación Nacional de
Discapacitados de Chile, que ocupan indistintamente ambos conceptos y cuyo
presidente dice en los medios “discapacitados” no van a cambiar de nombre. Ni
hablar de COANIL (Corporación Ayuda al Niño Limitado) la Fundación Teletón,
cuyo nombre original es “Sociedad
Pro-Ayuda al Niño Lisiado”.
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