lunes, 1 de julio de 2013

Se vende diccionario de frases eufemísticas



Se vende diccionario de frases eufemísticas
Francisco Javier Larraín
3 de Agosto de 2010
             Me enteré hace un par de meses que ahora se vetaba cual anatema usar la palabra “discapacitado”, además, el Servicio Nacional de la Discapacidad, lanzó un documento titulado “Recomendaciones para el uso correcto del lenguaje” indicándole a la prensa abstenerse de usar aquella palabra porque no potenciaba el hecho de que tras ese discapacitado pudiese visualizarse una persona. Nótese la soberbia que el “lenguaje correcto” se puede emitir por comunicados desde oficinas del Estado a la Prensa.
            Una revisión al diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, en su  23ª Edición dice que un discapacitado es una persona “que tiene impedida o entorpecida alguna de las actividades cotidianas consideradas normales, por alteración de sus funciones intelectuales o físicas.”. El diccionario dice que es una castellanización sobre el inglés “disabled”, que viene a significar lo mismo. Para las Ciencias Sociales, particularmente Talcott Parsons, disabled es considerado el concepto correcto, y por castellanización “discapacitado” para las Ciencias Sociales en castellano.
            Hay quien dice que “dis” de discapacidad significa “no” o “sin”, pero nada de eso hay en etimología desde el latín, desde donde surge la voz, sólo se sabe que este prefijo significa, en su raíz latina apartado, en parte, o sin vida. Por lo que más que conocimiento de la palabra en realidad quien alegase sentirse ofendido está evidenciando un problema personal con el castellano.
En Sociología de la Discapacidad al menos este debate no tendrá futuro, porque los aparatos comunicacionales no tienen espacio en el saber científico que se puede considerar serio. Espero, por el bien de los discapacitados que no les generen un marco eufemístico asentado en el tiempo, porque negar la realidad no ha servido nunca para hacerse cargo de ella, y en este caso sólo veo “coaching”, nada realmente serio.
            La bondad que se pretende, según el Servicio Nacional de la Discapacidad al presentar este documento a la Asociación Nacional de la Prensa, es que se logre la percepción de una persona con potencial de capacidades amplios e incuestionables. A los encargados les parece que su misión castellanizadora es para acompañar un proceso “con un lenguaje que contribuya a un verdadero cambio”. Se supone que con dejar de decirle “discapacitado” a un discapacitado “se eliminan las barreras que entorpecen el desarrollo de las personas con discapacidad”.
Precisamente me parece que se llega a conseguir el efecto contrario, si marco de una manera eufemística al alterar el idioma castellano algo que es autoevidente levanto una muralla, no promueve a los discapacitados, sólo les levanto una jaula que ni siquiera sirve como un marco conceptual. Tan simple como que una persona con discapacidad es un discapacitado, sólo que para personas que apenas conocen el castellano puede sonar peyorativo.
 ¿Qué mejor manera de poner en el tapete a los discapacitados usando la palabra “discapacitados”? Alguien me dirá que no soy nadie dentro del mundo que hace algo por la discapacidad en Chile, no corresponde discutirlo en público. Pero supongo que en la Fundación Nacional de Discapacitados de Chile, que ocupan indistintamente ambos conceptos y cuyo presidente dice en los medios “discapacitados” no van a cambiar de nombre. Ni hablar de COANIL (Corporación Ayuda al Niño Limitado) la Fundación Teletón, cuyo nombre original es “Sociedad Pro-Ayuda al Niño Lisiado”.
             

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