Error
de lógica, en educación es complejo (y caro)
Francisco Javier Larraín S.
11 de Abril de 2013
Hace
poco, en la discusión por la presidenciales hay quienes fundamentan ciertas
posturas en el financiamiento educacional con gruesos fallos de lógica formal y
de buen sentido. Una cuestión no menor en un contexto álgido y que trae al
recuerdo la campaña del actual presidente que buscaba una educación gratuita y pagada
por el Estado.
Cuando
se dice “no es justo que la educación sea gratuita para quien pueda pagarla” se
lanza una falacia ad-pópulum, que sirve para enganchar a la gente incauta pero
que en realidad no tiene sentido; finalmente, porque se dice “no es justo que
los pobres paguen la educación de los ricos”, es decir, es culpa de que haya
pobres que no exista la educación gratuita. Es un pésimo argumento.
Luego,
hay un tema no menor en la discusión de la gratuidad en educación: la
generación de una burbuja financiera. Cuando se entrega, con garantía del
Estado, un crédito a quienes en principio no tienen como pagar (las deserciones
y una alta tasa de trabajo en lo que no se estudia, subcontratación y precarización
del empleo) no es la cautela de los mejores intereses de la nación, más bien es
la generación de más deuda con la que se puede tener cautiva a la población por
el miedo y la necesidad.
La
“desregulación” de la educación, en donde se suben los aranceles sin motivo
aparente o razonable en lo comparativo hacia la calidad (casi como un tanteo
especulativo) y donde se busca, además, el crecimiento exponencial para hacer
atractivo el esquema a más participantes a través de una tasa de interés. De
hecho, ese 2% de interés que el Estado, en la propuesta del ejecutivo, debiese
pagar no es menor al largo plazo donde se asume la deuda individual. La
pregunta es ¿Por qué el Estado no puede pagar de inmediato por el servicio
educacional y debe remitirse a asumir una deuda que más adelante no podrá
pagar, tal cual los estudiantes en su mayoría?
De sobra está
decir lo pervasivo que ha resultado este esquema de burbuja financiera para
actores con pretendidas credenciales académicas pero que no exceden las del
operador financiero al entender la calidad como una cuestión de servicios, más
que como el desarrollo de todas las potencialidades individuales.
Las propuestas
del Banco Mundial son justamente el entregar una “muestra” de la educación y
luego bancarizar la educación secundaria y terciaria. Misma propuesta que han
hecho para el Transporte. En Chile, esas propuestas sólo han conducido a la
generación de una deuda odiosa que no hay cómo pagar. Nadie honesto le diría a
alguien que pague en 72 cuotas algo que en una, con mucho menos interés podría
pagar en primera instancia sin necesidad de precarizar en adelante la capacidad
de comer, inclusive: ése es el predicamento al que nos vemos expuesto. Cuando
la “solución” de la gente es concentrar la propiedad y bancarizar el servicio,
desconfíe. Son como narcotraficantes, le aseguran una “primera probada” pero en
realidad no lo perciben como un productor de dinero, independiente de su
sufrimiento.
El problema de
la Educación es serio, y el Estado queda, con mucho, menos precarizado si
asegura la gratuitad antes que ser defraudado en “soluciones” que no
corresponde a los intereses que los gobernantes han jurado defender y respetar.
Esperemos
entonces, una dosis menor de impostura, por el bien del futuro del país.
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