lunes, 1 de julio de 2013

Aseguramiento de la calidad y el lucro (¿Quién controla?)



Aseguramiento de la calidad y el lucro (¿Quién controla?)
 Francisco Javier Larraín Sánchez
 27 de Septiembre de 2011


           Hace unos días atrás estaba en el bus esperando pasar el peaje Angostura, iba camino de mi santiaguino domicilio. Estaba lleno, el aire dentro era de todo menos el que tengo en el trabajo. Sólo era cosa de avanzar para llegar a casa, y la energía eléctrica ya no estaba ahí.
            Mi celular saca fotografías, graba video los reproduce, tiene juegos, agenda, alarma, calculadora y un sinfín de funciones más. Después del terremoto las compañías de telefonía móvil públicamente comprometieron mejoras, aseguraron que los mensajes de texto e internet eran una opción por sobre las llamadas en situaciones como éstas. Durante el apagón mandé y se me enviaron mensajes que no llegaron, mi internet WAP (pagada) no hacía más que agua (se podía con 3G o 2G, que son gratuitas, que no tengo en mi aparato, junto con la amplísima mayoría de la población). La explicación de las compañías era la sobredemanda de llamados, como si aparecieran teléfonos nuevos con el apagón, como si no supieran la cantidad de celulares a los que deben buena atención. Un atentado y un insulto contra la inteligencia de los clientes.
            Luego, en mi ciudad, personeros del Transantiago decían que el sistema operaba normalmente; debió ser en otra ciudad. Estaba en un paradero atestado y el Metro llevaba más de una hora evacuado, no transitaban micros que se detuvieran porque no cabía nadie más dentro de ellas. Finalmente sólo evadiendo mi pasaje pude subir al único espacio disponible.
            En menos de dos horas tres servicios que resultan estratégicos (energía, transportes y telecomunicaciones) estaban inoperantes o muy lejos de la eficiencia. Llevamos casi cinco meses con movilizaciones estudiantiles sobre otro servicio. ¿Qué hermana estas situaciones?  La calidad de lo entregado no está asociada a que el lucro percibido fuerce a las corporaciones a entregar un servicio que cumpla con los requerimientos de quien entrega los dineros.
            Evidentemente en un Estado soviético tampoco tendríamos certeza sobre la calidad de lo entregado. Pero hoy con una cacareada “libertad de elegir” muchas veces nos vemos remitidos a rogar que no se abuse de nosotros. Vivimos en otro polo, uno donde el Estado desaparece y las corporaciones no tienen por qué responder eficientemente. Mal que mal, ya hemos tenido un terremoto con apagón, y meses más tarde, un gran apagón. Y la verdad, el sistema anduvo peor para mí esta vez.
            El lucro, definitivamente, no sirve para asegurar la calidad de los servicios que se entregan. No necesariamente la ausencia de éste nos va a servir, no lo he dicho, ni lo propongo. Lo que no quiero es dejar de establecer que cuando se habla de recurso estratégico del que la defensa y el desarrollo dependen, centrarla en la ideología del lucro es precisamente quedar descubiertos (por no decir contrario al interés del país). Las empresas, desde la irrupción de los economistas actualmente mainstream, no tienen por qué preocuparse del desarrollo del país. A lo largo del mundo las corporaciones generalmente prefieren dejar desempleo en un lugar antes de responder a las garantías recibidas. De hecho, en las corporaciones la responsabilidad se diluye.
            La discusión sobre la calidad no se sostiene exclusivamente, al menos, sobre el lucro. Esperemos que la época primaveral establezca brotes creativos en quien deben proponer soluciones.

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