Un Extraño Homenaje
Francisco Javier Larraín
11 de Junio de 2012
Muchos alumnos con los
que comparto horas de clases en Rancagua me pidieron opinión sobre el homenaje
a Pinochet, guardé silencio en honor al aula y a una cuestión que por prudencia
me parecía que no todo estaba claro de ese homenaje.
No me parecía prudente
caer en el juego de la libertad de expresión con el que algún maniqueísta
siempre aparece haciéndose hasta el culto y democrático. No me cuadraba la idea
de honesta manifestación que pretendiese recibir culto a alguien que siempre
culpó al resto de sus tropelías y se atribuyó medallas que no ganó. Debía haber
algo más…
Hoy sabemos que el homenaje se digitó desde la cárcel
por quienes aparecen condenados por asesinatos o secuestros permanentes en
muchos casos, el documento de intervención de exagentes de inteligencia se
redactó hace meses y se filtró hace uno demostrando que no se cumplieron los
reglamentos de prisiones en Chile (ocupando telefonía móvil desde la cárcel
como los estafadores de la peor calaña). Raro hubiera sido que se articulase un
homenaje en virtud de un “documental” que ganó un premio en un “festival” que
consistía en la exhibición privada de dicho film: documental y festival son
completamente inexistentes en sí. En ese momento queda en evidencia la
inexistencia del motivo de reunión desnudando que siguen operando aquellos que
asesinaron a personas detenidas y esposadas que no ofrecían resistencia alguna.
Entonces, si no era espontáneo ni honesto, gestado en
la ilegalidad y en completa armonía con lo que describo previamente no era en
sí un homenaje: era un happening o instalación para lograr otros fines, es
decir, nada de libertad de expresión era lo que estaba en juego acá. Nunca se
trató de Pinochet, ¿por qué ese grupo de
exagentes rendirían tributo a quién los abandonó a su suerte? Debía tratarse de
otra cosa, por supuesto más de un incauto creyó que se trataba de libertad de
expresión, propia o ajena. No, fue una operación de inteligencia que buscaba otros
fines usando la imagen de fallecido dictador para conseguir apoyo de los
propios, y resistencia de los adversarios. Seguramente el hecho es buscar
libertad, que es de lo que más se han quejado.
La pregunta que cabe
hacerse es un poco más difícil ¿Por qué, si hace más de un mes se sabía que
Álvaro Corvalán (condenado a varias penas aflictivas) había fraguado hace meses
ese acto como una operación de intervención social, se le dio el apoyo desde el
Poder Ejecutivo y el Judicial pretendiendo que este operativo de inteligencia
militar constituía un acto de Expresión Civil? La sociedad nacional y de la
Región no pueden estar ajenos a situaciones como éstas: las consecuencias sobre
las libertades civiles, los sucesos en contra de los intereses de los
ciudadanos muchas veces surgen de aquello que se espera con mano escondida.
Nerón y los Cristianos, Hitler y los comunistas,
Hinzpeter y el pakistaní (y los estudiantes movilizados), Peña y los
anarquistas son ejemplos de la estrategias que buscan a la población buscando
verdad en lo representado pero no en los hechos, lo bueno es que terminamos por
conocer la verdad, pero sufre gente en el intertanto.
Sería bueno, entonces,
que los representantes democráticamente electos no justificasen falsos homenajes
y cautelen mejor el Estado de Derecho. No puede ser que un ciudadano de a pie
como yo lo tenga más claro que aquellos en el deber de cautelar mis libertades,
no hay excusas.
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