lunes, 1 de julio de 2013

Embarazo adolescente, reflexión (seriamente) progresista.



Embarazo adolescente, reflexión (seriamente) progresista.
12 de Noviembre de 2010
Francisco Javier Larraín

            Soy hijo de matrona, criado en un hogar de izquierdas y convencido de que la mixtura entre el esfuerzo individual y la potenciación de la infinita capacidad de creación humana mejora la vida individual y el mérito trascendente que como especie nos debemos si somos algo más que primates asegurando subsistencia.
            En mi acción docente el tema de la maternidad inicialmente no deseada es recurrente. He tenido muchas alumnas en variados planteles que fueron madres antes de ingresar, y eso trae a mi mente un recuerdo antiguo de cómo se enfrentaba la maternidad adolescente, lo que más se repite en mí recuerdo es el abandono de la futura madre por la preocupación del qué dirán (vergüenza decían, que no les alcanzó al abandonar niñas a su suerte) o una suerte de confinamiento doméstico donde prácticamente se cumplían trabajos forzados en casa. Por eso es que durante mucho tiempo, con la argucia de salvar el futuro de las niñas se encontraba el aborto plenamente extendido, y esa “buena intención” comenzó a ser entendido como un derecho de grupos más deprivados. No condeno el aborto a priori, una mujer con varios hijos y riesgo de morir de tener su bebé no puede dejar abandonadas a las criaturas con las que ya vive por alguna exquisitez conceptual de dejar como optativa la vida de la madre (No veo a los supuestos pro-vida corriendo a alimentar a esos huérfanos, menos pagándoles una carrera).
Estoy en contra de quienes reivindican el aborto como cualquier otro método de contracepción, más aún si se dicen de izquierdas. Sólo ciertos estalinistas en una época tardía lo comenzaron a reivindicar para dar fondo político al aborto de la autoridad soviética (que muchos aún hoy creen socialista), obviando el estadounidense, claro. La bandera abortista es más bien ingenua: busca perfección en un mundo que no la vive (los anticonceptivos no son eficientes al 100%) y favorece el retroceso del acceso al conocimiento para el mejor disfrute humano. Las feministas que lo defienden reducen  el potencial de la mujer a una expresión miserable. Ni hablar de la torpeza de pretender que el bebé es una amígdala o uña sobre la que se tienen derechos.
Por eso me da gusto que hoy los padres entiendan su papel en no condenar a una muchacha y su bebé a la miseria, más bien están buscando que surjan. Padres, maestros y amigos que apoyan son verdaderos agentes pro-vida, puesto que hacen que la vida no sea sólo un dato, lo vuelven un hecho lleno de sentido en el que ese bebé tenga un mundo de oportunidades. Ahí se ve si los padres tienen algo más que vergüenza: grandeza. Censurar socialmente a la adolescente embarazada es empujarla al aborto y conseguir otros embarazos más porque no hay de quién aprender lo duro que resulta trasnocharse cuidando al hijo, estudiar, cumplir en casa, etc., no se le puede pedir a una chiquilla que como castigo a su espera resuelva sola su vida.
La solución al embarazo adolescente debe ocurrir antes de éste. Dotemos a los muchachos de mil sueños que hacer antes que consideren siquiera exponerse.
A P.F.

No hay comentarios:

Publicar un comentario