lunes, 1 de julio de 2013

El Sentido contra las drogas



El Sentido contra las drogas
21 de Octubre de 2010
Francisco Javier Larraín

            Constantemente escucho, leo y converso con personas opinantes de los factores que llevan a otros a consumir drogas, normalmente los planteamientos oscilan entre la sanción legal histérica (en la que Chile se ha especializado muy bien, sólo al nivel de Estados Unidos y Arabia Saudita) y la liberalidad que trata de hacer pasar por progresista un vicio. Se asume que se consume drogas sólo por “las malas juntas”, por vicio o respuesta neurológica; lo cierto es que los seres humanos solemos ser bastante más complejos que eso.
            Me parece evidente que la pregunta ya no es por qué la gente consume drogas, esa pregunta aparece una vez que ya se consumieron, no se previene un incendio preguntándose por dónde ya comenzó, servirá en un hipotético futuro caso parecido, pero en otros tantos no lo hará y el incendio será rotunda y trágica certeza. La pregunta es para qué NO consumir drogas.
            Si se plantea la situación en la que alguien consume droga se encontrará que poca o ninguna de la larga literatura burocrática (no científica, pero sí institucional) asociada a las drogas y su correspondiente propaganda hace en realidad sentido con lo que esa persona entiende por su más directa realidad. Las campañas antidrogas precisamente adolecen de capacidad de llegar porque se entiende casi como la eterna amenaza de la llegada del viejo del saco (y sus colegas), puro miedo como eje e ingenuidad en la manera de plantearlo. Termina generándose el efecto contrario: se torna prestigioso el consumo porque restringirse ante una campaña poco seria aparece completamente indigno, incluso en jóvenes. No es lo mismo tratar a alguien como un niño pequeño que se dirige a la cocina que a alguien que ya sabe varios trucos al cocinar.
Lo que se necesita es que la persona dirija su vida mejor informada, con un juicio mejor hecho que los recurrentes “de algo hay que morirse” o “lo dejo cuando quiero”, “me libera la mente”. El sentido de la vida está presente cuando se hacen las cosas por sí y la comunidad antes que el espacio plenamente egoísta del consumo que socialmente es estéril o negativo.
Debo decir que por años trabajé en locales nocturnos haciendo música, pero no consumí cocaína porque vi como ésta ponía a la gente que la disfrutaba, el círculo que se construía a su alrededor y la dificultad cada vez mayor de ver cumplidos mis sueños si me hacía de ella. Junto con ello recuerdo la vergüenza del carácter histérico y violento de mis compañeros de media que bañados en supuesta espiritualidad fumaban marihuana. Vi que era incompatible con lo que yo quise para mi vida. El sentido de mi vida primó antes que la renuncia por intensos y breves espacios de placer, pero veo que no es fácil decidir sobre el bienestar bombardeados de tanta vacuidad: pulpos pitonisos, bailes, traseros de famosillos.
Hay una consideración importante: si centramos una campaña antidrogas en la capacidad de juicio de una persona se debe aceptar que se tendrán más y mejores ciudadanos. Esperemos que las nuevas caras de la lucha contra las drogas estén más claras que las de administraciones anteriores, por el bien de todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario