Nostalgias de Cobre
Francisco Javier Larraín S.
11 de Julio de 2012
Pasé por la Plaza de
los Héroes, el 11, en el 41° Aniversario de la Nacionalización del Cobre,
aprobado unánimemente en el Congreso Pleno bajo el gobierno de Salvador Allende.
Después de almuerzo, y como todo homenaje ví una exigua corona de flores con el
nombre del Presidente de entonces, sobre una tabla cubierta con un paño
bermellón a guisa de mantel, nada más.
Mientras, en Santiago, se
gaseaba, golpeaba y detenía a personas que recordaban este hecho, siendo
gaseada “preventivamente” la Plaza de Armas frente a la Catedral. Ése es el
cuadro del 2012 en Chile, con un cobre que ya no es, en estricto rigor chileno,
y que básicamente, terminamos de aceptar pagar para que nos lo quiten, estamos
como hace 500 años, remitiendo nuestras riquezas bajo nuestro pago (El
descuento impositivo frente a otro que paga es ya un pago extra).
Simbólicamente sólo un tercio del cobre es de una empresa pública.
Hoy se presenta como
comodín disfrazado de argumento para el
hecho de regalar el cobre un problema de desarrollo tecnológico. Es decir,
somos tan retrasados que no podemos ser socios en la tecnología, ni dueños del
recurso, somos tan poco ocurrentes que no podemos comprar ni arrendar
tecnología, así que debemos facilitar la extracción. Como si la reducción de la
producción no significase un aumento del precio que nos significara la
capacidad de comprar, o mejor aún, educar y formar chilenos para la mejor
extracción. Frases que convienen a empresas que pagan millones en asesorías
comunicacionales para saber cómo explicar el atentado contra el interés
superior de la Patria, Como si el Tratado Minero no fuese la legalidad a medida
hecha para las grandes mineras internacionales en contra de los intereses de
Chile y Argentina.
Curioso que se niegue
una fuente de ingresos tan grande, que nos pertenece a todos, con argucias tan
pedestres. “No podemos desarrollarnos tecnológicamente porque no podemos
pagarnos con el cobre que regalamos porque no estamos desarrollados
tecnológicamente”, sólo personas interesadas o con alguna tara podrían argüir
eso como razón (o quizá con algún miedo a algo que presento). Tanta es la
desfachatez, que la única persona que ha sido rostro de la renacionalización no
ha sido querellada por el fiscal que le envió a la cárcel, tras un juicio
irregular, al decir que prevaricó.
Hace 41 años, los
grupos de interés afectados cortaban el acceso a financiamiento para la
producción pública. La nacionalización fue la inflexión donde se tornó
inestable el gobierno de entonces. Hoy sólo invaden para “liberar al pueblo”
iraquí, afgano, libio y ahora desean con el sirio e iraní lo mismo; en común
estar mejor con sus tiranos y manejar sus recursos. Hoy se parecen tanto, en lo
fantasioso, al-Qaeda y esa súper-ultra-mega-guerrilla que empleaba en
“enfrentamientos” armas calibre 22 en los ‘80. Tan parecidos…
Hoy, 41 años más tarde,
se ve muy sombrío el retomar el control de nuestros recursos naturales (como el
litio hoy también) para que sirvan al mejor interés de la Patria y no a quienes
sobre esa riqueza, han cubierto nuestra tierra de sangre. Hacen falta personas
con la entereza necesaria de entonces, pero con mejor perspectiva de las
capacidades de aquellos en los que se siente apoyado.
Vaya desafío del pueblo
adormilado es el descontinuar su propio expolio donde los expoliadores perfeccionan
sus métodos día con día.
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