lunes, 1 de julio de 2013

Sobre conflictos, algunas palabras



Sobre conflictos, algunas palabras
Francisco Javier Larraín
16 de Diciembre de 2010

            Hace algunos años llevo una cátedra que aborda la resolución de conflictos, entre personas y grupos, quisiera compartir algunas cosas que he desarrollado con mis estudiantes de Orientación Familiar, que deben tener preparación para definirlos y mediarlos.
            El conflicto surge de la oposición incompatible de intereses o modos de entender la realidad, pero necesita que las partes que antagonizan estén enteradas de esa oposición.
            Mucho de sentido común, pero de poca sabiduría hay circulando para reducir el conflicto, incluso hay militantes de modas que intentan reforzar lo emocional antes que enfrentar el conflicto en su amplitud más pura. Poco hay de inteligente en reforzar lo emocional cuando se necesita consciencia.
            Ahora, para entender la raíz de los conflictos se debe tener en claro que muchas veces tienen su raíz más profunda en un factor cultural, que las telenovelas y las películas no ayudan mucho a mejorar, hay perfiles de personas que tienden a tener conflictos profundos, que se promueven como posibles y que en conflicto generan frustración y más ira.
            Junto con lo anterior tenemos que se ha construido una sociedad que en sus medios y variados líderes propone que hay que dejar de considerar al otro como una persona válida. Hasta se enseña en las escuelas de negocios de variados planteles universitarios que se debe perjudicar al otro previo a que el otro tenga la posibilidad de fastidiarlo a uno (Mis saludos a Bernardo Javalquinto, quien en este medio nos habla de ética en los negocios).            
Hay gente que bebe cerveza en el transporte público, oye “música” en sus celulares para todo el microbús y no sienten empacho en vociferar groserías frente a niños pequeños en plazas con juegos y saliendo del colegio; primero está su placer de ser poco más que un primate abusador, y luego el resto, después de molestarlos. Pura psicopatía, de moda y buena onda, claro.
            A pesar de ello, creo sinceramente que existen caminos para reducir esta tendencia al conflicto interpersonal. Lo importante es asumir que las personas, con menos esfuerzo que el dispuesto para enojarse, pueden llegar a entenderse. Lo único en lo que se debe trabajar es en la noción de cada otra persona como legítima. Quizá comprender que las ideas que tenga el otro no es el otro, los sentimientos del otro no son el otro. Una persona es mucho más que sus acciones, ideas, sentimientos y emociones. Y cuando se olvida esto comienzan los problemas, y si se quiere permanecer ciego del otro sólo se agravarán.
            Soy optimista también porque la literatura de conflictos está de moda, así como se pusieron de moda los textos médicos para la hipocondría nacional, en lo que somos líderes mundiales con los alemanes; ahora se lee más sobre conflictos y mediación aún de manera incipiente, ciertamente, pero con las mediaciones en familia y escuela no queda más que la curiosidad para el público menos informado.
            Lo pendiente es formar a las nuevas generaciones para que aprendan el valor inconmensurable que es cada persona en sí misma.

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