Gaza, entre el
fanatismo, el silencio y el eufemismo
Francisco Javier Larraín
19 de Noviembre de 2012
Como saben quienes acostumbran leerme, solidarizo
con población oprimida por estructuras cuya permanencia se funda en la
continuidad del dolor y explotación ajena. Anticipo que por mis venas corre
sangre de antepasados judío sefardíes, comprenderán esta declaración.
Dentro de la cultura hebraica existen muchas
tendencias, con períodos de alza y de caída. Una de esas tendencias es el
sionismo moderno (que no es la nostalgia de Jerusalén) donde el judaísmo era
más que un grupo religioso, una nación que debía buscar un lugar para hacer su
Estado, lejos de la violencia antijudía. Su exponente inicial fue Theodor Herzl
(bajo su retrato se funda el Estado de Israel), quien en 1896 publica el libro
“El Estado Judío”. Se discute si establecerlo en Palestina, la Patagonia
(segunda opción), Madagascar, zonas de Rusia, etc.
La idea de un Estado para los judíos no fue popular
en el pueblo judío hasta mucho después de la Segunda Guerra Mundial (la gran
mayoría era asimilacionista). En 1946 Albert
Einstein, físico judío, firma con un grupo de notables judíos una carta que muestra
a la dirigencia sionista israelí como fascista, puesto que expresan
supremacismo racial con limpiezas étnicas que por entonces ejecutaban contra
nativos palestinos en Medio Oriente (La masacre de Deir Yasin hizo a los
israelíes del mundo disculparse).
El mundo occidental, tratando de limpiar su
conciencia, le entrega a la dirigencia sionista una tierra para recibir a
víctimas del Holocausto bajo el régimen nazi. El plan de partición le entrega
el 56% del territorio a una parte minoritaria de la población que poseía el
5,8% de las tierras. Los palestinos históricamente estuvieron bajo el dominio
de muchos: egipcios, turcos, británicos, el sionismo que alega origen en esa
tierra sería uno más. En 1948 Ben Gurión escribe que los palestinos aceptan la
partición como un hecho consumado y que su mayoría no los quiere combatir
(previamente los enfrentamientos de guerrillas dejó clara la supremacía militar
israelí). El problema, es que no se comprendía que sólo los sionistas y no los
palestinos pudiesen tener un Estado; y los países vecinos, con muchos intereses
cruzados no querían este nuevo acto colonial.
Al fundarse Israel debe luchar contra 7 países, aunque
el Rey Abdallá no atacó, para que le cedieran Jordania, (que no era parte de
Israel, de todos modos) haciendo genocidio palestino más tarde. Acá Israel
asume que conquista militarmente territorios que no se contemplaban, lo que
será raíz de muchos conflictos con naciones vecinas y al interior.
Con el paso de los años hemos visto que incluso
personal de Israel participó en la generación de Hamás, para derrocar a la
Organización de la Liberación de Palestina. Cuales talibanes, esta creación se
les volvió en contra. Favorecieron la guerra civil en el Líbano y la fomentaron
entre los palestinos. Gaza bajo Hamás, Cisjordania para la OLP ha sido la resultante.
La dirigencia sionista en el momento de la fundación de Israel siempre expresó
que el territorio no era el de la partición, incluía Palestina y otros países.
Actualmente vemos Palestina continuamente dividida territorialmente, con islas
de asentamientos ilegales que siempre sirven para justificar “defensa” y
continuar arrebatando en la práctica todo el territorio palestino (el actual
conflicto surge de ello). Gaza, donde la población vive bajo cálculos
alimentarios hipocalóricos para evitar alzamientos, donde el hacinamiento es
gigantesco es atacada como si un ejército top 10 en el mundo debiera bombardear
de modo indiscriminado culpando a Hamás de lo que se atribuye otra gente.
Israel, como Estado, tiene derecho a defensa, pero jamás a bombardear población
civil (la excusa de los escudos humanos implica que no se hacen problemas para
disparar a esos escudos).
¿La consecuencia? un Estado que discrimina
religiosamente para la ciudadanía hará desaparecer una cultura donde convivían
árabes, judíos y cristianos.
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