martes, 2 de julio de 2013

Crisis de Estilo ¿Cambio de Época?



Crisis de Estilo ¿Cambio de Época?
Francisco Javier Larraín S.
4 de Abril de 2013

Ha sido aprobada en la Cámara de Diputados la acusación contra el ministro suspendido Harald Beyer. Mucho polvo se levanta de ese que, independiente de cómo se resuelva en el Senado, terminará por asentarse ofreciendo la perspectiva de los resultados.
Mucho de efecto, mucho de mentira en la acusación; pero también verdades como puños. Pero el problema es que la histórica manera de enfrentarlo (“Ellos no fiscalizaron, nada que quejarse ahora”) no da resultados, la gente percibe que en realidad ha existido siempre un mecanismo perverso de empatarse para que nunca se enfrente un problema. La cosa presentada no es lo que pasó en otros ministerios: el problema se presenta y se debe enfrentar ahora, pretender otra cosa es actuar con dolo. Cuidar el cargo profundizando y legitimando un daño a sabiendas es dolo. Mismo dolo que cometieron, cierto es, ministros anteriores que también recibieron antecedentes y callaron o protegieron a los perpetradores.
Es cierto que Harald Beyer es una de las personas expertas más potentes en la historia de Chile, que a pesar de ser un devoto friedmaniano trataba de ser más científico y honesto que sus correligionarios. Pero cierto fue que de ministro hubo de manejarse con un grado de consciente impostura, desdiciendo muchas de sus entrevistas y publicaciones anteriores por participar solidariamente de un gobierno que no lo tendría fácil, lo que por supuesto lo engrandece en el gesto, pero no en el área chica. Nuevamente queda afirmado el paradigma que las personas brillantes en la academia o la investigación en escasas ocasiones son hábiles políticos.
El problema de Beyer en realidad no es su gestión ministerial, en muchos aspectos mejor que las previas, me consta. Sea lo que resuelva el Senado, lo que será evidente es que la manera de enfrentar el tema educación ya no va a ser la misma. Antes de la Universidad del Mar estuvo la República, previo a ellos ITESA (quienes por meses todos los días rogaban solución en el bandejón frente al MinEduc); ningún ministro fue recusado, acusado o interpelado por esos y otros casos (Yasna Provoste ha sido el más extraño pato de la boda). Ya no se puede, figurativamente, guardar cadáveres en el clóset como antes. Deben abrirse y mostrar intachabilidad.
En esta acusación la medalla no es de la Concertación, pertenece a quienes fueron secuestrados, torturados, abusados, reprimidos, estafados, engañados (y más) con la anuencia de otros que no hicieron cumplir los acuerdos ratificados por Chile en el sentido de garantizar gratuidad y calidad de la educación pública. No es una cuestión de izquierdas o derechas, es una cuestión de la dirigencia que administra el Estado la que ha garantizado que las cosas sigan igual, en contra de la población. Por convicción y/o por conveniencia miles de perjudicados es lo que tenemos.
La Concertación sólo hizo un cálculo para no desaparecer de quienes entiende como representados, pero el triunfo de usar a una coalición que perdió la mística y buena parte de su ética pertenece a los movimientos sociales.
El estilo de perjudicar dolosamente a la población, aun cuando sea guardando silencio, debe terminar. Un diputado habló de guerra política, tiene la razón, pero no es de una coalición de gobierno con otra: es de una población que ha ido aprendiendo a perder el miedo y mirar con pantalones largos su futuro. En buena hora.

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