martes, 2 de julio de 2013

La Prensa y La República

La Prensa y La República
Francisco Javier Larraín S.
19 de Junio de 2013

            Thomas Paine, formado en estrecheces, que sabía leer y escribir, junto con manejar muy básicamente la aritmética es para muchos otro de los “padres fundadores” de los Estados Unidos.
Vivió prácticamente en un momento de giros trascendentales en la definición de lo que sería considerado como un estado moderno real. Panfletero clandestino contra el Imperio Británico, más tarde fue quien escribió la Declaración de los Derechos del Hombre en 1791. Gustaba de los gobiernos no intrusivos en las libertades personales y en la no injerencia de la religión para cuestiones ciudadanas.
Lo importante en Paine fue definir el rol de la Prensa: libre de toda lealtad al gobierno, y también a toda injerencia privada que concentrara capitales. La prensa era para informar y dar voz. Para educar, potenciando a las masas en sus cualidades cívicas y para controlar a quienes gobernaran desde el Congreso, la Casa Blanca y las corporaciones para que no ejecutaran su poder en contra del pueblo. Por ello se financiaba desde el Estado a la prensa y protegerla así de dirección Política o Económica, por ser un contrapeso que otorgaba más fortaleza a la República al equilibrar los mecanismos de propaganda y de la censura: puesto que el derecho a prensa es individual que deriva en lo colectivo.
En Chile, en la conformación de la República, se entrega a otro panfletero anónimo de los pueblos oprimidos similar tarea: el Sacerdote José Camilo Henríquez. Padre Fundador de la República, perteneciente a un grupo religioso ferviente partidario de las ideas de la ilustración, no dudó en emplear su formación católica como una herramienta más de libertad antes que moralina continuadora de la opresión del Imperio Español.
Su proclama pseudónima tras integrar la Primera Junta Nacional de Gobierno dice: “La naturaleza nos hizo iguales, y solamente en fuerza de un pacto libre, espontánea y vo­luntariamente celebrado, puede otro hombre ejercer sobre nosotros una autoridad justa, legítima y razonable.” Con este texto (aún vigente), se comprende la urgencia de una nueva Constitución para la grandeza y cautela de la República, el orden institucional con asiento en Rousseau donde el poder político emana del pueblo, y sólo el pueblo es el que debe darse el orden constituyente y político que desee, por mucho que algunos afortunados desde el poder, o mercenarios intelectuales digan que es riesgoso. Construir Chile para Chile pasa por la Constitución, que no debe ser impuesta por fraude y opresión (1980) o pacto entre beneficiados (2005). Tenemos décadas de retraso.
Para cautelar esa Constitución desde su concepción se debe contar con prensa. La prensa sólo es tal en la difusión de mil miradas de la realidad, que escape del discurso habitual que desde los aparatos de difusión del poder establecido buscan mantener un orden de cosas en contra de la población. No hay libertad de opinión o expresión sin prensa libre. Bien lo sabían Paine y Camilo Henríquez.
Por esta razón, escribo en este medio que da cabida a un amplio espectro de ideas, noticias, opiniones y avisaje. Demuestra un trabajo donde no buscan el acomodo fácil presupuestario o facilismo de las editoriales y opiniones. Un medio que libera es el que informa, no el que adormece; es el que presenta sincera discordia, no el que engaña con opiniones únicas. Aún hay patria, y prensa, ciudadanos.

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