lunes, 1 de julio de 2013

Educación en la sociedad francesa, grito a la Humanidad



Educación en la sociedad francesa, grito a la Humanidad
Francisco Javier Larraín S.
31 de Mayo de 2011

            Estando en Francia he realizado una aproximación al sistema educativo francés, asistiendo a centros educativos técnico-profesionales y universitarios, de ello he ido entendiendo cómo hoy son la quinta economía del mundo. Se mantiene la asociación (y no imposición) de los intereses de la clase trabajadora y los grupos dirigentes de este país. Hay tensiones entre ambos actores, pero se entiende que el desarrollo depende del mejor resguardo de los intereses de ambos, no se disfraza el lucro y el beneficio económico de responsabilidad social. Precarizar del empleo en Francia no es un bien para el trabajador, su familia y la comunidad, como en otros lugares se escucha. Se funda en un Estado que asume sus responsabilidades en la gestión de un proyecto sustentable de desarrollo, que sabe la productividad con un componente dependiente de la humanidad: su jornada laboral completa de 35 horas semanales implica trabajadores que producen más porque no están preocupados de “no gastarse”.
            Esta realidad laboral tiene su bastión en un sistema de enseñanza gratuita, laica, obligatoria y de carácter nacional. Es la mayor fortaleza del Estado, y de su ciudadanía. He estado en lugares de París acomodados, y en sectores obreros e industriales, y no hay mayores diferencias a simple vista. Tienen tiendas y casas parecidas, en sus calles transitan caucásicos, latinos, asiáticos y africanos (quizá en cantidad de árboles haya diferencias). La igualdad, que se vive en lo cotidiano se refuerza en el colegio porque la segregación entre ricos y pobres, africanos y caucásicos, cristianos y musulmanes no se logra haciendo acento en la diferencia, se requiere antes de todo ser francés y en esa búsqueda de construcción del sentido es que entra el Estado a través de su herramienta, la educación, que no profundiza las diferencias, busca desarrollar los talentos, independiente de dónde se nace, los beneficiarios serán el individuo y su comunidad.
            Se entiende que el desarrollo depende de la formación permanente del capital humano, y que un área estratégica como esta no se puede entregar al mercado. Los privados en Francia participan para apoyar en la función de formación de lo que las empresas requieren, y por supuesto deben tener estudiantes que se quieran realizar en ello. La oferta de carreras universitarias y técnico profesionales en Francia es de mucho más que una centena. La educación superior privada, declarada sin fines de lucro, como en Chile. En Francia no hay salidas de capital inmobiliarias y otros chanchullos. Al manejar fondos públicos y, muchas veces, privados son fiscalizados por ambos sectores.
            Comprenden que generar éxito a la comunidad asegura también el bienestar individual; la idea de privatizar la ganancia y socializar la pérdida se desnuda psicopática. Es evidentemente un atentado al desarrollo sostenible perder los talentos de los que se puede nutrir un país poniendo barreras en la formación en cualquiera de sus etapas por limitaciones de cualquier tipo. Es más, por mantener la mirada de la educación como bien de consumo, Chile no ha hecho otra cosa que perder crecimiento.
No es sólo un tema económico- político o filosófico: la supervivencia de la especie humana, el vencer los obstáculos que le plantea el medio ambiente (energía, clima, alimentación, entre otros) depende de aprovechar la infinita capacidad de creación humana, que se potencia en un ambiente donde muchos la viven.

No hay comentarios:

Publicar un comentario