Lo que está en juego
Francisco Javier Larraín Sánchez
13 de Julio de 2011
Es un momento histórico para muchos
que deseamos ver a nuestro país avanzar sostenidamente al desarrollo. Antes se
ha frustrado esta opción, ya sea por presiones internacionales y la estrechez
de miras de quienes profitaban del sistema económico, sumado a esto cierto
nivel de ingenuidad de la clase política, que esperaron miradas de grandeza de
los chilenos. Hoy es la censura efectiva y la represión.
El modelo que adopte el sistema
educacional es generalmente lo que va a dar cuenta de las apuestas que tenga
una nación sobre su desarrollo. No se puede sostener un país desarrollado si
las personas que pueden aportar a éste no tienen estratégicamente plantado para
ellos un sistema que permita que puedan crear sin la necesidad de endeudarse.
Es el país que quiere desarrollarse, y el que ya lo está, el que pierde cuando,
por hacer un negocio, se restringe todo lo que se pueda crear. La universidad
más importante del país obtiene apenas un séptimo de su financiamiento del
Estado, el resto es de fuentes privadas; una locura visto comparativamente.
Así lo han entendido una serie de
países que sostienen su desarrollo, no sobre la base de ideologías
pseudocientíficas, (como aquella que indica que el mercado es el mejor
asignador de recursos) si no que dentro de la política más realista: se debe
garantizar que para la ciudadanía la educación (y la salud) sea gratuita y de
calidad, nivelando hacia arriba lo que se va a entregar como programa nacional.
La realidad más brutal enseña que con un sistema de Educación se sostiene lo
que se alcanza.
Pero hoy muchos entienden desarrollo como el aumento de la riqueza de
personas que no invierten para generar empleo (y por ende más riqueza) y que
prefieren la especulación financiera con la anuencia criminal de los estados
(USA, Islandia, Italia y Grecia como ejemplos). Eso no le sirve a la población,
que en realidad ha terminado empobreciéndose comparativamente a su ingreso en
relación al PIB, el desarrollo, para ser
útil, debe ser sustentable.
Se acusa ideologización a los estudiantes, pero en realidad no hay
prueba histórica o evidencia alguna que indique que un país pueda desarrollarse
con un sistema entregado a los privados que tienen una población cautiva en las
enseñanza básica y media, y que llega completamente desconocedora de la calidad
en Educación Superior. Así desarrollarse, sin Estado, será, como en toda la
Historia humana, imposible. Hay más prueba histórica y evidencia palpable de
desarrollo sostenido en el tiempo, que no se concentra sólo en los más
afortunados, justamente en aquellos que son acusados de ideologizados.
Ahora sabemos que más personas no desean ser sujeto de eterna deuda ante
bancos, una sociedad que intuye que se pierde riqueza que se puede crear y que
está atrapada de un sistema neofeudal, donde por diseño social quienes están en
la cúspide de la pirámide acceden a “esa cosa llamada educación”, y quienes están
más abajo viven un sucedáneo, o un simulacro. Cada vez que alguien deja de
entregar sus talentos al país porque no acepta, o no puede, ser un deudor nos
perdemos mucho, y por miles de personas, a lo largo de estos años nos hemos
perdido el desarrollo. Es lo que está en juego, el futuro de Chile.
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