martes, 2 de julio de 2013

Del odio antijudío y el sionismo racista: entre Murdock y Saif



Del odio antijudío y el sionismo racista: entre Murdock y Saif
Francisco Javier Larraín S.
25 de Mayo de 2013

Por mis venas, además de la sangre vasca y española, corre sangre judía sefardita. Me repugnan los chistes de judíos, me violentan las teorías de conspiración con “malvados” judíos. El polémico chiste del muñeco Murdock es resulta viejo y malo. Pero en  muchos “bienpensantes” hay impostura.
La historia de las grandes tiranías se construye sobre la base del odio a una minoría o a un grupo al que se debe odiar mientras se generan instituciones que desarrollan un control social cada vez más opresivo que alimenta del miedo. En Chile no es con los judíos.
El pueblo judío obtenía identidad a partir de su religión, sus tradiciones y el acomodo al lugar en el que se residía. Se consideraba aberrante volver a Israel tras la diáspora para la mayoría de la población judía. El movimiento político y laico que exige un territorio para los judíos surge con Theodor Herzl en 1896, el lugar se decidía entre la Patagonia (Herzl la prefería) y Palestina. Dicen que el antisemitismo concluiría cuando los judíos llegaran a tener su estado nacional, se rechaza la idea de judaísmo en la diáspora. La idea de un estado moderno judío es muy reciente y no tiene nada de bíblico, aunque se aluda a ello con fines de propaganda.
Los líderes nazis pactaron con el sionismo: ambos postulaban la supremacía racial de sus pueblos en un “espacio vital”.  Para los nazis el corazón de Europa (con “invasiones preventivas”), para el sionismo en Palestina, llegaron a acuerdos importantes por la “pureza” de sus razas, como el Haavara de 1933 entre la Juventud Sionista Alemana, la Agencia Judía para Israel, y las autoridades económicas nazis.
Tras la creación del Estado de Israel quedó claro que la crueldad y salvajismo contra la población local se explican en la noción de supremacía racial. La reacción árabe fue lo que se necesitaba para justificar.
Se tildan los cuestionamientos como antisemitismo. Curiosamente, un investigador genetista judío en la Universidad de Oxford establece este año que palestinos y judíos europeos son más semitas que los israelíes. Además culpa a sus colegas sionistas de mentir y arreglar las investigaciones.
En 1975 el sionismo es declarado un tipo de racismo por la ONU, Israel exige derogar esta declaración para participar de la Conferencia de Madrid de 1991, su chantaje surtió efecto. La paz no llegó; USA era el “árbitro” y entre los “malvados” árabes y los israelíes obligados a defenderse no habría acuerdo. A las dirigencias palestina e israelí les convenía la situación (conservaban poder y mantenían apoyos): ambas elites ganaban con el mantenimiento de los miedos en contra de sus pueblos. Así hasta hoy.
En Chile nos escandalizamos de los horrendos chistes antijudíos pero olvidamos que un miembro de lobbies pro-sionistas desde el Estado y los medios de comunicación injuriaron y calumniaron a una persona morena y pakistaní por todo delito (hasta del caso bombas se le inculpó falsamente) promoviendo el odio racial. La Embajada se retractó del montaje al día siguiente, acá se siguió. Ahí el CNTV enmudeció, con el sionismo racista.
Somos un país que también ocupa el racismo contra los mapuches, “los huasos”, los negros y creamos “otros chilenos” con las minorías o desfavorecidos. Así se mantiene el orden que sufre la mayoría basado en el temor del “desorden” de tener a “esos otros”. Los grupos dirigentes, felices. Allá y acá.

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